El verano hay que asumirlo con responsabilidad para no poner en riesgo la salud. Puedes lograr proteger tu piel sin renunciar a un bonito bronceado siguiendo unas pautas
1. Prepara bien la piel
Para que tu piel esté más receptiva y puedas conseguir un bronceado uniforme con el primer rayo de sol que se cruce por tu camino, debes exfoliarla y liberarla de células muertas.Para acelerar la síntesis de melanina -la hormona responsable de poner en marcha el proceso de bronceado-, desde dos semanas antes de la exposición hay que empezar el ritual de cada mañana con un producto exfoliante.Además, las fórmulas actuales incorporan extractos vegetales y aceites que evitan la deshidratación.
2. Toma antioxidantes
Si quieres disfrutar de un bonito bronceado en tiempo record y, al mismo tiempo, proteger tu piel y tu sistema inmunológico del fotoenvejecimiento –arrugas, flacidez y manchas–, toma alimentos ricos en vitaminas A, C y E, licopeno, carotenos, resveratrol, selenio y agua, como el tomate, las uvas con sus pepitas, el brócoli, la zanahoria, la calabaza, el mango, el aceite de oliva y el vino tinto.
3. Después de la ducha, autobronceador
Acostúmbrate a utilizar el autobronceador a diario hasta que consigas el tono deseado. Luego puedes pasar a aplicártelo de dos a tres veces por semana. Así te será más fácil mantener el color después con la exposición natural al sol. El truco está en su aplicación: lo ideal es hacerlo sobre la piel limpia y exfoliada y esperar una media hora tras la ducha para que se reestablezca el manto hidrolipídico.
No apliques grandes cantidades, es mejor que vayas poco a poco y sin extenderlo directamente en la piel. Lo idóneo es poner una ligera cantidad en la palma de la mano y continuar por el resto del cuerpo. En la cara, evita la línea del pelo, las cejas, las pestañas y los párpados. Y no te olvides de las orejas y el cuello. En las zonas del cuerpo donde hay pliegues en la piel –codos, tobillos y rodillas–, no extiendas demasiada cantidad ya que, al ser zonas más deshidratadas, absorben mayor cantidad de producto y el color se acentúa mucho cuando se seca.
4. Utiliza protección de amplio espectro
Los días que puedas relajarte en la piscina y exponerte al sol debes utilizar fotoprotectores que contengan filtros frente a los rayos UVB, que son los que provocan las quemaduras solares; los UVA, que producen el fotoenvejecimiento –manchas, arrugas y flacidez–, y frente a los rayos infrarrojos, “que penetran aún más que los rayos UVA en las capas de la piel y desde ahí causan lesiones a la estructura de la piel y a la matriz extracelular. Están estrechamente relacionados con la pérdida de firmeza y con el fenómeno de flacidez. Perjudican al ADN, a las fibras de elastina y a los genes que se ocupan de renovar las reservas de fibras de colágeno”, Pero ¿cómo combatir eficazmente los infrarrojos? “Con ingredientes reflectores, que actúan como 'microespejos' y logran un verdadera barrera en la superficie de la piel, como polvo de rubí, dióxido de titatino y pigmentos perlados”,
5. Hidrata, repara y prolonga el color tras el baño de sol
Hay que reparar la piel de las lesiones provocadas por el sol y prolongar el bronceado con una buena dosis de hidratación. En este sentido, los actuales 'after sun' antiedad son auténticos tratamientos antienvejecimiento que contienen potentes activos antioxidantes, como extractos vegetales –de café verde, té verde, soja, levadura, naranja amarga, etc.–; vitaminas C y E, que combaten el fotoenvejecimiento, el estrés oxidativo y mejoran la elasticidad y la firmeza; e ingredientes calmantes –como bisabolol, pantenol y alantoína–. Además, incorporan tecnologías aceleradoras del bronceado que uniformizan, prolongan e intensifican el color.
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